TERRITORIOS DE LA IBERO
por Abraham Bojórquez
Los seres humanos tienen una gama de necesidades básicas bastante amplia y compleja. Esta especie, que incluye a los estudiantes de la Ibero, presenta entre esas necesidades una que, a pesar de compartir con el resto de los animales, ha sido desarrollada a niveles de complejidad que superan los equivalentes de cualquier otro ser vivo: la socialización.
Es común, tanto en animales como en humanos, que la socialización a su vez desemboque en una conducta básica de la supervivencia tal como la formación, apropiación y recurrencia de territorios físicos, zonas espaciales delimitadas en donde resulte más accesible la socialización, necesidad que de una u otra manera debe ser satisfecha. Aquí, en nuestra escuela, tales territorios están fuertemente identificados y marcados, cada uno con su fama y estereotipo, pero sobretodo, cada uno con un determinado perfil de individuo que, por identificación o conveniencia, ha sido parte de la formación, apropiación y recurrencia del mismo.
EL CUBO
La cafetería subterránea por la que esta escuela es famosa. Un lugar cerrado y apretado en el cual la principal queja común es el humo y la falta de espacio para sentarse y ocupar un lugar. El ambiente se acerca más al estereotipo de la Ibero que en cualquier otro territorio, y es común encontrar gente vestida de traje o atuendo de trabajo. El cubo es un lugar difícil para conocer gente, ya que la mayoría del lugar se encuentra cubierto de mesas, en las cuales se sienta gente que previamente se conoce y esto cierra las puertas de la comunicación hacia el exterior de esos grupos. Además, una buena parte de la gente que se reúne en el cubo encuentra ahí amistades pre-universitarias, lo cual termina por acortar las posibilidades de socialización. De cualquier manera, “el cubo” es casi el centro de la socialización universitaria, la escena desde la entrada no es más que de conversación tras conversación y es definitivamente un espacio de interacción humana concentrada.
EXPLANADA / ESCALERAS
No, no son lo mismo, pero comparten identidad ya que muchos sujetos de las escaleras están también en la explanada y viceversa. Presumen los integrantes de estos territorios ocupar la zona más céntrica de la Ibero. Supuestamente es un buen lugar para estar debido a que tiene la mejor visibilidad. La falta de sombra en la explanada y la falta de sol en las escaleras hacen evidente que la comodidad no es la razón por la que los frecuentes se reúnen ahí. “Es un buen lugar para ver a la gente; para ver y para encontrar, si alguna vez quieres encontrar a alguien, la explanada es el mejor lugar, todos pasan por ahí” es lo que dice una chica-explanada en entrevista. “Yo odio las escaleras, son el lugar más incómodo, pero aquí vienen todos mis amigos” comenta un sujeto frustrado. La diversidad es mayor aquí que en cualquier otro territorio, ya que además de concentrar individuos de distintas carreras, la naturaleza de los espacios amplios y abiertos fomenta la formación de grupos heterogéneos.
LA FUENTE
“La fuente es el único lugar en toda la universidad en donde no me sentí incómodo de estar solo cuando no conocía a nadie”, dice un estudiante de comunicación y frecuentador de la fuente. Hay efectivamente un cierto aire de anonimato en este lugar, en el que no es necesario tener formado un grupo de amigos, ni ser protagonista de nada. Comunicación, Psicología e Historia del Arte son algunas de las carreras que se concentran en este lugar. De acuerdo a los amantes de la fuente, algunos beneficios de este territorio son la comodidad del pasto y la variedad de luz, es céntrico y está al aire libre. “En la fuente está la población pensante de la ibero” opina tajantemente un sujeto de los muchos que se sientan en el pasto a mediodía. Claramente generaliza, y entre otros estereotipos también encontramos: “En la fuente está la población pacheca de la ibero”. En la fuente no hay que preocuparse por un espacio en el cual estar ya que, en palabras de los frecuentes, “siempre hay lugar”. Esto tiene un doble sentido, porque efectivamente siempre hay un lugar dónde sentarse, pero además siempre hay una oportunidad de socialización para el solitario que llega ahí porque es el único lugar de la universidad donde su soledad no le incomoda.
LABORATORIOS DE CÓMPUTO
A primera vista podría parecer que éste es el lugar al que va la gente a auto-aislarse de toda socialización humana. Pero una encuesta realizada en los dos principales laboratorios de la escuela muestra que, redondeando los números, el 20 % de los alumnos utilizan las computadoras para trabajar en tareas escolares, el 20 % para chatear y utilizar otros medios de comunicación electrónicos, y el 60% para ambas cosas simultáneamente. Esto quiere decir que finalmente la gente que frecuenta estos lugares recónditos de la universidad también lo hace (el 80 %) para mantener alguna especie de socialización por medio del Internet. Obviamente esta clase de socialización forma una categoría por sí misma, pero el hecho de que los laboratorios tengan visitantes frecuentes que pasen cuando menos un par de horas al día en ellos, es prueba de que a final de cuentas el Internet también logra satisfacer la necesidad de socialización humana, aunque de una manera menos convencional y más… posmoderna.
La lista de territorios en la Ibero continúa: el lejano “Trébol”, frecuentado por extranjeros y maestros; la Biblioteca que presenta las opciones de socialización más limitadas; las aulas de arquitectura y diseño, recintos que prácticamente consumen las horas de los estudiantes de estas carreras; las jardineras, la cafetería Aramark, etc. Lo que es cierto es que todos mantienen un mismo patrón que justifica su popularidad: la necesidad de socializar que sólo el humano puede llevar a niveles tan complejos.
Así como algunos animales marcan su territorio, los humanos también lo hacemos pero utilizando otro tipo de marcas además de las físicas, que pueden ser ideológicas, socio-económicas, culturales, intelectuales e incluso raciales. No dejarán de existir estos territorios en la historia de los hombres y concretamente en la de esta universidad, porque forman parte fundamental de la naturaleza humana y constituyen algunos de los puntos más vulnerables de esta especie, como lo son la necesidad de pertenencia y la búsqueda de identidad.
Los seres humanos tienen una gama de necesidades básicas bastante amplia y compleja. Esta especie, que incluye a los estudiantes de la Ibero, presenta entre esas necesidades una que, a pesar de compartir con el resto de los animales, ha sido desarrollada a niveles de complejidad que superan los equivalentes de cualquier otro ser vivo: la socialización.
Es común, tanto en animales como en humanos, que la socialización a su vez desemboque en una conducta básica de la supervivencia tal como la formación, apropiación y recurrencia de territorios físicos, zonas espaciales delimitadas en donde resulte más accesible la socialización, necesidad que de una u otra manera debe ser satisfecha. Aquí, en nuestra escuela, tales territorios están fuertemente identificados y marcados, cada uno con su fama y estereotipo, pero sobretodo, cada uno con un determinado perfil de individuo que, por identificación o conveniencia, ha sido parte de la formación, apropiación y recurrencia del mismo.
EL CUBO
La cafetería subterránea por la que esta escuela es famosa. Un lugar cerrado y apretado en el cual la principal queja común es el humo y la falta de espacio para sentarse y ocupar un lugar. El ambiente se acerca más al estereotipo de la Ibero que en cualquier otro territorio, y es común encontrar gente vestida de traje o atuendo de trabajo. El cubo es un lugar difícil para conocer gente, ya que la mayoría del lugar se encuentra cubierto de mesas, en las cuales se sienta gente que previamente se conoce y esto cierra las puertas de la comunicación hacia el exterior de esos grupos. Además, una buena parte de la gente que se reúne en el cubo encuentra ahí amistades pre-universitarias, lo cual termina por acortar las posibilidades de socialización. De cualquier manera, “el cubo” es casi el centro de la socialización universitaria, la escena desde la entrada no es más que de conversación tras conversación y es definitivamente un espacio de interacción humana concentrada.
EXPLANADA / ESCALERAS
No, no son lo mismo, pero comparten identidad ya que muchos sujetos de las escaleras están también en la explanada y viceversa. Presumen los integrantes de estos territorios ocupar la zona más céntrica de la Ibero. Supuestamente es un buen lugar para estar debido a que tiene la mejor visibilidad. La falta de sombra en la explanada y la falta de sol en las escaleras hacen evidente que la comodidad no es la razón por la que los frecuentes se reúnen ahí. “Es un buen lugar para ver a la gente; para ver y para encontrar, si alguna vez quieres encontrar a alguien, la explanada es el mejor lugar, todos pasan por ahí” es lo que dice una chica-explanada en entrevista. “Yo odio las escaleras, son el lugar más incómodo, pero aquí vienen todos mis amigos” comenta un sujeto frustrado. La diversidad es mayor aquí que en cualquier otro territorio, ya que además de concentrar individuos de distintas carreras, la naturaleza de los espacios amplios y abiertos fomenta la formación de grupos heterogéneos.
LA FUENTE
“La fuente es el único lugar en toda la universidad en donde no me sentí incómodo de estar solo cuando no conocía a nadie”, dice un estudiante de comunicación y frecuentador de la fuente. Hay efectivamente un cierto aire de anonimato en este lugar, en el que no es necesario tener formado un grupo de amigos, ni ser protagonista de nada. Comunicación, Psicología e Historia del Arte son algunas de las carreras que se concentran en este lugar. De acuerdo a los amantes de la fuente, algunos beneficios de este territorio son la comodidad del pasto y la variedad de luz, es céntrico y está al aire libre. “En la fuente está la población pensante de la ibero” opina tajantemente un sujeto de los muchos que se sientan en el pasto a mediodía. Claramente generaliza, y entre otros estereotipos también encontramos: “En la fuente está la población pacheca de la ibero”. En la fuente no hay que preocuparse por un espacio en el cual estar ya que, en palabras de los frecuentes, “siempre hay lugar”. Esto tiene un doble sentido, porque efectivamente siempre hay un lugar dónde sentarse, pero además siempre hay una oportunidad de socialización para el solitario que llega ahí porque es el único lugar de la universidad donde su soledad no le incomoda.
LABORATORIOS DE CÓMPUTO
A primera vista podría parecer que éste es el lugar al que va la gente a auto-aislarse de toda socialización humana. Pero una encuesta realizada en los dos principales laboratorios de la escuela muestra que, redondeando los números, el 20 % de los alumnos utilizan las computadoras para trabajar en tareas escolares, el 20 % para chatear y utilizar otros medios de comunicación electrónicos, y el 60% para ambas cosas simultáneamente. Esto quiere decir que finalmente la gente que frecuenta estos lugares recónditos de la universidad también lo hace (el 80 %) para mantener alguna especie de socialización por medio del Internet. Obviamente esta clase de socialización forma una categoría por sí misma, pero el hecho de que los laboratorios tengan visitantes frecuentes que pasen cuando menos un par de horas al día en ellos, es prueba de que a final de cuentas el Internet también logra satisfacer la necesidad de socialización humana, aunque de una manera menos convencional y más… posmoderna.
La lista de territorios en la Ibero continúa: el lejano “Trébol”, frecuentado por extranjeros y maestros; la Biblioteca que presenta las opciones de socialización más limitadas; las aulas de arquitectura y diseño, recintos que prácticamente consumen las horas de los estudiantes de estas carreras; las jardineras, la cafetería Aramark, etc. Lo que es cierto es que todos mantienen un mismo patrón que justifica su popularidad: la necesidad de socializar que sólo el humano puede llevar a niveles tan complejos.
Así como algunos animales marcan su territorio, los humanos también lo hacemos pero utilizando otro tipo de marcas además de las físicas, que pueden ser ideológicas, socio-económicas, culturales, intelectuales e incluso raciales. No dejarán de existir estos territorios en la historia de los hombres y concretamente en la de esta universidad, porque forman parte fundamental de la naturaleza humana y constituyen algunos de los puntos más vulnerables de esta especie, como lo son la necesidad de pertenencia y la búsqueda de identidad.